“Por mi activismo mi hijo tuvo que abandonar el país”: La historia de Leonor Reyno Borge activista cubana víctima del Estado Cubano

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A Leonor Reyno Borges le tocó ver partir a su hijo desde La Habana. Llevaba años siendo activista y miembro del grupo Laura Pollán: su Legado, y había sido maltratada, hostigada y reprimida por las autoridades cubanas. Pero ningún dolor se comparaba con la separación de su hijo. “Cientos de miles de madres cubanas guardan […]

A Leonor Reyno Borges le tocó ver partir a su hijo desde La Habana. Llevaba años siendo activista y miembro del grupo Laura Pollán: su Legado, y había sido maltratada, hostigada y reprimida por las autoridades cubanas. Pero ningún dolor se comparaba con la separación de su hijo. “Cientos de miles de madres cubanas guardan dentro de sí el dolor de ver partir a sus hijos y no saber cuándo los volverán a abrazar, porque son miles los que han tenido que emigrar a cualquier parte del mundo” huyendo de la represión, dice apesarada la activista de 55 años.

Su hijo, un informático de actualmente 34 años, fue víctima de abusos por parte de la policía en Cuba: iban a su centro de trabajo, lo hostigaban alegando que su madre era una contrarrevolucionaria, lo detenían arbitrariamente. Hasta que un día decidió emigrar. Por eso Leonor asegura que el Gobierno cubano ha dividido a las familias.

19 años de activismo

Un evento que impulsó la vida de Leonor hacia el activismo ocurrió en el año 1994 y también se relaciona con el éxodo cubano: mientras trabajaba en el Hotel Nacional se dio cuenta de que cuatro barcos estatales habían hundido un viejo remolcador conocido como el Remolcador ‘13 de marzo’, que intentaba escapar del país con 72 tripulantes, de los cuales 41 murieron. Una de las compañeras de trabajo de Leonor, parte del sindicato de trabajadores del hotel, aprobó la acción gubernamental. Pero Leonor le expresó: “Si tú te consideras revolucionaria y dices esas cosas, entonces yo no quiero ser revolucionaria, porque eso significa ser asesina”. Poco tiempo después, a causa de ese pleito, Leonor fue despedida del Hotel sin mayores explicaciones.

A principios del 2000, Leonor se fue integrando a diversos grupos de oposición y de defensa de los derechos humanos. En 2007 se incorporó a las Damas de Blanco, bajo el liderazgo de Laura Pollán. Allí realizaban diversas acciones: además de manifestaciones afuera de iglesias para exigir la liberación de los presos políticos, también hacían recolectas para juntar víveres y apoyar a las familias de los prisioneros, y se reunían en sus comunidades para hablarle al pueblo sobre los artículos de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, para que pudieran defenderlos.

A lo largo de los años, Leonor también ha formado parte del grupo 24 de febrero, del Partido Nacionalista Cubano y del grupo Mujer Nacionalista Cubana. Dentro de esos grupos participó de innumerables protestas públicas “para dar al pueblo un mensaje de libertad, buscando elecciones libres, para reconocer los derechos humanos, para denunciar a las violaciones de la constitución nacional”, como ella misma describe.

Pero esas manifestaciones conllevaron también a innumerables detenciones, amenazas de muerte y de prisión. “Me pasaba más tiempo en los calabozos que en mi propio hogar”, relata Leonor.

Detención y condena

Si bien la mayoría de veces las detenciones de Leonor duraban entre 12 y 72 horas, llegó un día en que no fue así. El 5 de diciembre de 2017, Leonor y Rosario Morales presenciaron cómo oficiales de la Seguridad del Estado querían extorsionar a otros vendedores, aunque estos tenían licencia. Ellas decidieron interceder con consignas como “Vivan los derechos humanos”, “abajo la corrupción”, “libertad para los presos políticos”. En respuesta, los policías las metieron violentamente en una patrulla y las trasladaron a un centro de detención.

Ambas activistas fueron llevadas a El Vivac. Después de 12 días en huelga de hambre, las autoridades las liberaron en un estado grave de salud, pero les advirtieron que su causa continuaría abierta. Con ayuda de desconocidos, lograron llegar a sus casas durante la noche del 16 de diciembre.

Pasaron 15 meses hasta que Leonor volvió a escuchar de los jueces, hasta en octubre de 2019, cuando recibió una citación del Tribunal de La Habana del Este. En un juicio exprés, fue sentenciada el dia 23 de ese mes a tres años de prisión sustituido por trabajo correccional sin internamiento por los delitos de actividad económica ilícita, desacato y desobediencia. “No me permitieron testigos, me defendí todo lo que pude, los policías mintieron, eran como robots porque los tres dijeron lo mismo”, recuerda Leonor.

Aunque la activista ejerció su derecho a la apelación, el tribunal no le dio la oportunidad de tener otro juicio que fuera justo. Más bien, las autoridades le asignaron el trabajo de limpiar pisos, a pesar de que Leonor es profesional de Contabilidad y Finanzas, especialista en Auditorías. Desde que hace activismo, no ha logrado desempeñar su oficio, porque asegura que los empleadores tienen miedo de darle trabajo, pues les mandarían a hacer revisiones frecuentes e inspecciones injustificadas.

“Soy amenazada con que si no cumplo con el trabajo que ellos me ofertan de limpiar pisos, entonces seré enviada a prisión”, asegura.

Actualidad

Actualmente, Leonor se encuentra en casa para protegerse de la actual pandemia de la COVID-19. Aunque recibió una notificación a finales de febrero para integrarse al trabajo correccional, eso no se concretó por las medidas de aislamiento que se concertaron días después.

“Si paramos y bajamos nuestro perfil, la Seguridad del Estado nos pasa por encima como una aplanadora. No nos vamos a parar nunca, simplemente nos ha parado la pandemia”, dice Leonor, quien finaliza: “Yo decidí un día defender los derechos de mi pueblo y aunque me cueste años de prisión y aunque me cueste la vida, seguiré levantando la voz a favor de los derechos en Cuba”.

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