25N: Mujeres que resisten y transforman la región, incluso bajo ataque

Washington, D.C., 25 de noviembre de 2025.– En América Latina y el Caribe, la violencia contra las mujeres defensoras no es un hecho aislado: es un patrón estructural que atraviesa […]

Washington, D.C., 25 de noviembre de 2025.– En América Latina y el Caribe, la violencia contra las mujeres defensoras no es un hecho aislado: es un patrón estructural que atraviesa fronteras, regímenes y territorios. A pesar de los contextos de racismo, criminalización del activismo, desplazamiento forzado, despojo territorial y represión, las mujeres continúan sosteniendo luchas indispensables para la vida democrática, para la justicia racial, para la autonomía de sus pueblos y para la libertad de quienes hoy enfrentan violencia estatal.

Este Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres, el Instituto sobre Raza, Igualdad y Derechos Humanos (Raza e Igualdad) reconoce a mujeres de Brasil, Colombia, Cuba, Nicaragua, México y República Dominicana, que desde diferentes espacios ejercen resistencias que nacen del cuerpo, de la memoria y del territorio. Sus voces enfrentan desigualdades históricas, regímenes autoritarios  y modelos extractivos, pero no dejan de construir alternativas de esperanza, justicia y libertad.

Cada una de ellas lleva adelante luchas que transforman agendas completas incluso cuando los riesgos aumentan, incluso cuando su propio país o grupos poderosos intentan callarlas, incluso cuando la violencia toca lo más íntimo. Hoy reafirmamos: su lucha es indispensable, su fuerza es inquebrantable y su resistencia sostiene a toda una región que sigue apostando por la vida.

Maria do Socorro, Makira`eta – Brasil

Para Maria do Socorro, ejercer la resistencia es encarnar la fuerza ancestral de las mujeres que siempre lucharon por la tierra, la vida y la memoria. Su resistencia es un acto espiritual y político: existe cuando habla su lengua, cuando transmite los saberes de los mayores, cuando participa en rituales, cuando exige respeto en espacios de decisión y cuando denuncia la violencia que afecta a los pueblos indígenas.

La sostiene la fuerza del bosque, de los cantos, de las semillas y de las juventudes indígenas que continúan la lucha. Su resistencia se teje con el cuerpo y el espíritu; se hace con amor, cuidado y confrontación. Maria do Socorro recuerda que cuando las mujeres indígenas se unen, sus conocimientos y voces se convierten en un poder colectivo imposible de silenciar.

Yanelys Nuñez, Activista cubana exiliada en España y coordinadora del Observatorio de Género de Alas Tensas

Para Yanelys Nuñez, resistir es existir. Es sostenerse en un cuerpo de mujer negra, migrante y cubana en un país que, aunque democrático, no siempre comprende la profundidad del exilio ni el peso de cargar una historia marcada por la censura y el control estatal.

Desde España, Yanelys carga con la distancia, la separación de su familia, el duelo de los proyectos truncados y la nostalgia de quienes quedaron atrás. Aun así, continúa denunciando que en Cuba no existen garantías básicas para ejercer derechos tan elementales como expresarse, asociarse o manifestarse. Su resistencia es también la memoria viva del movimiento feminista cubano silenciado, del exilio que se multiplica y de una larga historia de oposición borrada por el régimen.

Lo que la sostiene no es solo el compromiso político, sino sus convicciones más profundas: la urgencia de existir con dignidad, la espiritualidad yoruba que la acompaña y la fuerza de las personas presas políticas.

Claudia Vargas, defensora de derechos humanos y viuda del Mayor en retiro Roberto Samcam

Para Claudia, resistir es negarse a la desaparición simbólica de su esposo, Roberto Samcam, víctima de un crimen político transnacional. Su resistencia es una afirmación radical: no permitirá que la verdad sea borrada ni que su nombre se diluya en la impunidad. Cada palabra que pronuncia es memoria, denuncia y justicia. No lo hace solo por él, sino por todas las familias atravesadas por la violencia estatal que desborda las fronteras nicaragüenses.

La sostiene la convicción de que la justicia es un derecho y la confianza en los mecanismos de derechos humanos para que este crimen no quede impune. Claudia resiste también por quienes hoy siguen perseguidos; sabe que su voz, al nombrar la verdad, protege a otros cuerpos en riesgo. La acompaña el apoyo de las mujeres refugiadas, de las colectivas, y la certeza de hablar desde un país que aún no renuncia a la esperanza.

Rosa María Castro Salinas, activista y diputada federal afromexicana

Para Rosa María, resistir es defender territorios, cuerpos e historia frente a un sistema que ha invisibilizado durante siglos a los pueblos afromexicanos. Su resistencia enfrenta simultáneamente el racismo estructural, la discriminación y un modelo extractivista que devasta territorios y profundiza desigualdades. En un contexto donde las políticas públicas ignoran a las comunidades afro en la lucha climática, resistir también significa exigir justicia climática con enfoque racial y de género.

Su fuerza proviene de un compromiso de más de dos décadas con las colectividades afromexicanas, de las voces que defienden ríos, mares, montes y territorios, y de las juventudes que entienden la crisis climática como una crisis de vida digna. Rosa María sostiene que la construcción de un futuro justo requiere políticas públicas afrocentradas y decisiones que reconozcan plenamente a los pueblos afromexicanos como actores claves para enfrentar la crisis ambiental.

Patricia Sandoval, coordinadora para México del Enlace Continental de Mujeres Indígenas de las Américas (ECMIA)

Para Patricia, mujer indígena purépecha (México), la resistencia es defender la vida ante un modelo que está destruyendo los territorios y afectando de manera directa a las mujeres indígenas. La justicia climática, para ella, no es una consigna abstracta: es la urgencia de proteger el agua, los bosques y los bienes naturales que sostienen a sus pueblos. Resistir implica enfrentar extractivismos, militarización y criminalización, pero también afirmar el derecho a decidir sobre la tierra y el futuro colectivo.

Lo que la sostiene es una espiritualidad que entiende la vida como entramado: si una cae, caen todas; si una se levanta, todas se levantan. Su fuerza proviene de saber que cada voz que se eleva cambia decisiones y abre caminos para las demás. “Nuestra lucha no se apaga, se amplifica”, dice.

María Camila Zúñiga, Movimiento MUDE – Colombia

Para María Camila, ser mujer negra diversa y disidente de género significa resistir sistemas que buscan negar su existencia. Su resistencia se expresa en la creación de herramientas colectivas para sobrevivir y transformarse; en la articulación y la juntanza que sostiene al Movimiento MUDE, un espacio que no solo acompaña, sino que construye tejido comunitario para mujeres negras, infancias y personas LGBTIQ+ negras. Para ella, “será colectivo o no será”.

Lo que la sostiene es la digna rabia, las luchas compartidas, los procesos que se tejen juntos y el amor de sus hermanas. Su fuerza proviene de una certeza profunda: nada se conquista en solitario. La colectividad es refugio, pero también es resistencia organizada frente a un sistema que constantemente les niega derechos, recursos y reconocimiento.

Luz Marina Becerra, Coordinación de Mujeres Afrocolombianas Desplazadas en Resistencia (La Comadre) – Colombia

Para Luz Marina, resistir como mujer afro en un contexto atravesado por el racismo, el machismo y el clasismo significa levantar la voz con dignidad por el respeto, el reconocimiento, la inclusión, los derechos, la memoria y los territorios de los pueblos afrodescendientes.

Asegura que su lucha es sostenida por el amor, por la convicción y por el legado de sus ancestros y ancestras, así como por la esperanza en que sus luchas transformarán la historia para que las nuevas generaciones crezcan en un mundo con igualdad, oportunidades y respeto por la diversidad.

Elena Lorac, co-coordinador del Movimiento Reconoci.do – República Dominicana

Para Elena, resistir es defender la vida y la dignidad de las mujeres dominicanas de ascendencia haitiana en un país donde sus derechos han sido históricamente negados. Como parte del Movimiento Reconoci.do, su lucha nace del despojo de la nacionalidad que vive esta población y que ha marcado su existencia en todos los niveles: sin documentos, sin reconocimiento pleno y sin garantías básicas. Y recuerda que esta violencia institucional atraviesa de manera más dura a las mujeres, quienes además enfrentan desigualdades históricas y condiciones profundamente precarias en los bateyes.

La sostiene saber que su lucha es justa y urgente, así como el compromiso con su comunidad, especialmente con las mujeres que cargan sobre sus hombros el impacto del despojo, y con las familias que siguen resistiendo pese a la discriminación estructural.

Las voces de estas mujeres revelan que la resistencia no es solo una respuesta a la violencia: es una forma de existencia y de futuro. Desde el exilio forzado hasta la defensa del territorio; desde la lucha contra el racismo estructural hasta la exigencia de justicia frente a crímenes de Estado; desde la espiritualidad ancestral hasta la organización feminista negra: todas estas resistencias son indispensables para construir sociedades más libres, dignas y justas.

En Raza e Igualdad tenemos el firme compromiso de apoyar y fortalecer a estas mujeres en sus luchas, elevando sus denuncias y demandas ante los sistemas de protección de derechos humanos a nivel interamericano y universal.

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