Mes del Orgullo LGBTI: un tiempo para celebrar y resistir

En el 2020, se cumplen cincuenta y un años desde los disturbios de Stonewall Inn. Este año celebraremos de forma aislada debido a las medidas de distanciamiento social establecidas, pero, celebraremos y resistimos. Los disturbios de Stonewall empoderaron a las generaciones futuras y forjaron el movimiento LGBTI en todo el mundo; este suceso se convirtió en un llamado simbólico a […]

En el 2020, se cumplen cincuenta y un años desde los disturbios de Stonewall Inn. Este año celebraremos de forma aislada debido a las medidas de distanciamiento social establecidas, pero, celebraremos y resistimos. Los disturbios de Stonewall empoderaron a las generaciones futuras y forjaron el movimiento LGBTI en todo el mundo; este suceso se convirtió en un llamado simbólico a la acción. Stonewall señaló que ya había sido suficiente y lo personal se volvió político.

Cincuenta y un años después tenemos mucho que celebrar. Muchos países de todo el mundo han reconocido la existencia de las personas LGBTI y han aprobado leyes que prohíben la discriminación por orientación sexual e identidad de género. Las personas transgénero también tienen más derechos ahora y pueden cambiar legalmente sus nombres en algunos países. Otros Estados permiten que la población LGBTI pueda casarse con la persona que aman independientemente de su sexo o género. En cincuenta y un años, el movimiento LGBTI ha logrado muchas cosas que solo se soñaban en los disturbios previos a Stonewall.

En América Latina, este mes celebramos la legalización del matrimonio entre personas del mismo sexo en Costa Rica acorde con la Opinión Consultiva 24/17 de la Corte Interamericana. También celebramos la decisión de la Corte Suprema de Brasil de permitir que hombres homosexuales y hombres bisexuales donen sangre. Sin embargo, la decisión no incluyó a las mujeres trans y travestis. La última década ha visto a muchos países latinoamericanos aprobar leyes a favor de los derechos LGBTI. Ahora hay siete países en América Latina que reconocen los matrimonios o uniones entre personas del mismo sexo[1], ocho países que permiten a las personas transgénero cambiar legalmente su nombre[2], y muchos otros tienen leyes antidiscriminación vigentes.

Sin embargo, la orientación sexual y la identidad de género de las personas LGBTI en la región se cuestiona constantemente. El surgimiento de grupos fundamentalistas y el discurso de odio ha significado que nuestras vidas y logros también estén amenazados. Los asesinatos de personas LGBTI exhiben un odio profundo, una especie de escenario macabro, solo porque nos desviamos de lo binario. Las personas LGBTI tampoco han sido incluidas en la respuesta de los gobiernos al COVID-19, a pesar de que representan una de las poblaciones más vulnerables y son más propensos a trabajar en el sector informal, lo que aumenta su vulnerabilidad. Otros países de la región implementaron medidas restrictivas basadas en el género que significaron que las personas trans o con diversidad de género fueran discriminadas y violentadas. En Brasil, en medio de la pandemia, los asesinatos contra mujeres transexuales y travestis continúan aumentando[3]. Seguimos viviendo en una sociedad cis-heteronormativa y machista que continúa silenciando las voces LGBTI, pero resistimos.

El Mes del Orgullo LGBTI también es un mes para celebrar la memoria histórica del movimiento LGBTI en todo el mundo. No debemos olvidar las vidas LGBTI perdidas durante la guerra. América Latina es una región que continúa lidiando con el legado de los conflictos armados y las víctimas LGBTI. En Perú, el 31 de mayo es reconocido en el día nacional contra los crímenes de odio y es un día en que la comunidad conmemora las vidas LGBTI perdidas durante el conflicto armado interno. Hasta el día de hoy, se desconoce el número exacto de personas que fueron asesinadas debido a su orientación sexual o identidad de género ya que esto nunca fue parte del mandato de la Comisión de la Verdad[4]. Sin embargo, es sabido que las fuerzas armadas y los grupos guerrilleros instituyeron «campañas de limpieza» que buscaban eliminar a la población LGBTI en el país. La firma del Acuerdo de Paz en Colombia representa una oportunidad para aprender de los errores del Perú e incluir las voces LGBTI en el proceso de construcción de la memoria histórica del conflicto armado y la construcción de una sociedad post conflicto que rompa con el ciclo de la violencia contra las personas por su orientación sexual y/o identidad de género.

Este mes es un momento para celebrar, pero también para reflexionar sobre los logros que hemos alcanzado y las futuras luchas. Estamos viviendo un momento único donde las desigualdades estructurales y la marginación histórica de la comunidad LGBTI son más evidentes que nunca, el COVID-19 es prueba de ello.

Un mundo posterior a COVID-19 debe incluir a la comunidad LGBTI, promover la tolerancia y la educación. ¿Cómo podría darse ello en una región tan desigual, que tiene un legado de colonización tan arraigado y que condena a quien sea «diferente»?

Desde Raza e Igualdad, hacemos las siguientes recomendaciones a los Estados:

Primero, los Estados deben educar a la población sobre orientación sexual e identidad de género. Muchos de los prejuicios contra la comunidad LGBTI provienen de la ignorancia e informar a la población es una forma de combatir la violencia. Los Estados podrían incorporar programación LGBTI en sus canales públicos de televisión.

En segundo lugar, existe una necesidad urgente de capacitar a todas las autoridades públicas, no solo en orientación sexual e identidad de género, sino también en derechos LGBTI. Los Estados deben exigir que todas las autoridades públicas reciban formación sobre estos temas y sobre la jurisprudencia internacional vigente sobre los derechos LGBTI.

Tercero, una ley de identidad de género es crucial para el reconocimiento de los derechos de las personas transgénero. Abre la puerta a otros derechos, permitiéndoles registrarse con su nombre identitario en el banco o en la escuela y con ello, lograría evitar el estigma que conlleva el uso del nombre biológico.

Cuarto, todos los Estados deben firmar y ratificar la Convención Interamericana contra todas las formas de discriminación e intolerancia[5].

Finalmente, los Estados deben recopilar datos desglosados ​​sobre las personas LGBTI. Las políticas públicas solo funcionarán si sabemos dónde están las brechas.

[1] https://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-52803210

[2] https://www.eltiempo.com/mundo/latinoamerica/trans-en-america-latina-una-poblacion-en-constante-riesgo-480934

[3] https://antrabrasil.files.wordpress.com/2020/05/boletim-2-2020-assassinatos-antra-1.pdf

[4] https://idehpucp.pucp.edu.pe/analisis/31-de-mayo-recordando-los-crimenes-de-odio-durante-el-conflicto-armado-por-ariana-jauregui/

[5] http://www.oas.org/en/sla/dil/inter_american_treaties_A-69_discrimination_intolerance.asp

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