“No hay nada más cruel y devastador que las prisiones de Cuba”: Historia de Yolanda Carmenate ex prisionera política del Estado Cubano

“No hay nada más cruel y devastador que las prisiones de Cuba”: Historia de Yolanda Carmenate ex prisionera política del Estado Cubano

Yolanda Carmenate lleva 30 años de ser activista política, profesante religiosa y defensora de los derechos humanos en Cuba, y la misma cantidad de tiempo siendo acosada, maltratada y perseguida por las autoridades de la isla. “Son tantos actos de repudio que ya no puedo precisar las fechas”, asegura la activista, de 63 años, cuando se le pide detalles sobre ciertos incidentes.

Pero las notas de prensa, las actas judiciales y las multas recurrentes son el recordatorio más fehaciente de la persecución de Carmenate, oriunda de Las Tunas, quien actualmente es miembro de la Unión Patriótica de Cuba (UNPACU), promotora de la iniciativa Cuba Decide, que busca la participacion Cubana democratica por medio de un plebiscito, y de la Iglesia católica San Jerónimo. Ha sido procesada judicialmente en dos ocasiones y las amenazas de una próxima detención continúan llegando.

“Lo que me motiva a ser opositora es que no puedo aceptar este sistema, que por el solo hecho de pensar, opinar y asociarse de forma diferente a ellos equivale a ser inferior”, señala Carmenate, quien es técnico medio en Contabilidad, pero debió dejar de ejercer su oficio en instituciones estatales por “no ser confiable políticamente”.

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Primera detención

En 2006 Yolanda inició a trabajar por cuenta propia en la venta de artesanías, agobiada por no conseguir trabajo. Aunque había sido una de las primeras mujeres en instalar su pequeño negocio, las autoridades siempre le asignaban los espacios más alejados del centro de las plazas, en un intento por disminuir sus ventas y por alejarla de los turistas que además preguntaban sobre la situación en Cuba. “Por mi opinión en contra del sistema, a ellos no les convenía mantenerme donde estaban los turistas”, explica.

En abril de 2016, tras la decisión de las autoridades de retirar a los vendedores del monumento y boulevard del centro de la ciudad, Yolanda y otros cuentapropistas se organizaron para protestar frente a la sede provincial del Partido Comunista en Las Tunas. Tras la protesta, Yolanda recibió a una inspectora oculta que le causó problemas y la reportó con la policía.

“Me llevaron a la fuerza y a empujones a la policía. Me metieron a un calabozo junto con dos hombres. No me brindaron ni agua”, recuerda Yolanda. Por la noche, los oficiales la liberaron, pero siete meses después fue citada a un juicio en el que la acusaban por el delito de instigación a delinquir, y desacato.

En un juicio amañado y sin garantías, la condenaron a 2 años y 6 meses de prisión por instigación a delinquir y desacato. La condena fue subsidiada por limitación de libertad, una especie de arresto domiciliario.  Le indicaron que debía reportarse al Tribunal cada cierto tiempo, pero ella se rehusó a hacerlo. Apeló la sentencia poco después, pero perdió el caso.

Segunda detención

Como tenía que cumplir condena dentro de su vivienda y no podía salir a protestar, en marzo de 2018, Yolanda colgó unos letreros en las ventanas de su casa que decían: “Abajo los hermanos castro”, “Vivan los derechos humanos”, “Arriba UNPACU”. Recibió amenazas de muerte e incluso, uno de sus vecinos, entró a su casa ilegalmente y descolgó los carteles. Esa misma noche la policía la detuvo y al siguiente día la llevaron a la prisión de mujeres La Veguita. Le retiraron el beneficio de limitación de libertad y le asignaron 14 meses de prisión.

Para Yolanda, “no hay nada más cruel y devastador que las prisiones de Cuba”. Ella describe su experiencia así:

“Me quitaron los espejuelos, aunque soy dependiente de ellos. No podía tener nada que leer ni dónde escribir. Me metieron a una celda aislada de la población penal. Cuando llovía, caía más agua del techo que del cielo. El baño era turco, que es un hoyo en el piso. Yo no me podía agachar para hacer mis necesidades y llegué a coger estreñimiento y hemorroides. La cama era un pedazo de loza frío sin una sábana. Aquello es un campo lleno de hierba y venían todo tipo de insectos: ranas, cucarachas, arañas, estabas durmiendo y se te tiraban arriba. Parecía que me iba a volver loca allí. La asistencia médica insuficiente y sin ningún tipo de medicamentos. Los alimentos poco nutritivos y la cantidad poca. El agua potable embalsada. Las instalaciones de la alcantarilla permanecían estancadas, una peste terrible. Había hacinamiento. Un calor excesivo, insoportable. Había muchos mosquitos”.

Yolanda logró salir de prisión en mayo de 2019, tras cumplir su condena.

Hijo activista

En agosto de 2019 Yolanda y su hijo, Cristian Pérez Carmenate, salieron de su casa a participar en protestas, aunque en diferentes localidades. A Yolanda, la policia le propinaron una golpiza que le provocó serios problemas musculares. A su hijo lo detuvieron violentamente, provocándole una fractura en el brazo derecho, donde tiene tatuado el nombre de UNPACU. Los oficiales lo llevaron a prisión y no lo atendieron por la fractura sino hasta 10 días después, colocándole una férula. Un mes más tarde, ante las complicaciones que presentaba el recluso, las autoridades lo trasladaron a un hospital, donde lo operaron para introducirle unas varillas.

“Cristian estando allí en la sala de penados ya no podía caminar, con muletas anduvo en prisión. Cuando se logra que lo saquen bajo licencia extrapenal (en enero de 2020), lo traen para la casa en silla de ruedas. Hoy mismo no se puede ni levantar de su cama”, cuenta Yolanda, quien se ha convertido en el único sustento y apoyo de su hijo, de 42 años.

En el actual contexto de pandemia, ambos se encuentran aislados dentro de su casa, lo que ha limitado la atención médica de Cristian, quien no tiene un médico de cabecera ni ha logrado que en los hospitales públicos le vuelvan a operar para retirar las varillas, que le han provocado supuración e inflamación severos.

El serio problema de salud de su hijo y una nueva multa que recién arribó para la activista son los más recientes actos de persecución de las autoridades. Ella asegura que se mantendrá firme en sus denuncias ante las arbitrariedades del sistema cubano.

“Por mi activismo mi hijo tuvo que abandonar el país”: La historia de Leonor Reyno Borge activista cubana víctima del Estado Cubano

A Leonor Reyno Borges le tocó ver partir a su hijo desde La Habana. Llevaba años siendo activista y miembro del grupo Laura Pollán: su Legado, y había sido maltratada, hostigada y reprimida por las autoridades cubanas. Pero ningún dolor se comparaba con la separación de su hijo. “Cientos de miles de madres cubanas guardan dentro de sí el dolor de ver partir a sus hijos y no saber cuándo los volverán a abrazar, porque son miles los que han tenido que emigrar a cualquier parte del mundo” huyendo de la represión, dice apesarada la activista de 55 años.

Su hijo, un informático de actualmente 34 años, fue víctima de abusos por parte de la policía en Cuba: iban a su centro de trabajo, lo hostigaban alegando que su madre era una contrarrevolucionaria, lo detenían arbitrariamente. Hasta que un día decidió emigrar. Por eso Leonor asegura que el Gobierno cubano ha dividido a las familias.

19 años de activismo

Un evento que impulsó la vida de Leonor hacia el activismo ocurrió en el año 1994 y también se relaciona con el éxodo cubano: mientras trabajaba en el Hotel Nacional se dio cuenta de que cuatro barcos estatales habían hundido un viejo remolcador conocido como el Remolcador ‘13 de marzo’, que intentaba escapar del país con 72 tripulantes, de los cuales 41 murieron. Una de las compañeras de trabajo de Leonor, parte del sindicato de trabajadores del hotel, aprobó la acción gubernamental. Pero Leonor le expresó: “Si tú te consideras revolucionaria y dices esas cosas, entonces yo no quiero ser revolucionaria, porque eso significa ser asesina”. Poco tiempo después, a causa de ese pleito, Leonor fue despedida del Hotel sin mayores explicaciones.

A principios del 2000, Leonor se fue integrando a diversos grupos de oposición y de defensa de los derechos humanos. En 2007 se incorporó a las Damas de Blanco, bajo el liderazgo de Laura Pollán. Allí realizaban diversas acciones: además de manifestaciones afuera de iglesias para exigir la liberación de los presos políticos, también hacían recolectas para juntar víveres y apoyar a las familias de los prisioneros, y se reunían en sus comunidades para hablarle al pueblo sobre los artículos de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, para que pudieran defenderlos.

A lo largo de los años, Leonor también ha formado parte del grupo 24 de febrero, del Partido Nacionalista Cubano y del grupo Mujer Nacionalista Cubana. Dentro de esos grupos participó de innumerables protestas públicas “para dar al pueblo un mensaje de libertad, buscando elecciones libres, para reconocer los derechos humanos, para denunciar a las violaciones de la constitución nacional”, como ella misma describe.

Pero esas manifestaciones conllevaron también a innumerables detenciones, amenazas de muerte y de prisión. “Me pasaba más tiempo en los calabozos que en mi propio hogar”, relata Leonor.

Detención y condena

Si bien la mayoría de veces las detenciones de Leonor duraban entre 12 y 72 horas, llegó un día en que no fue así. El 5 de diciembre de 2017, Leonor y Rosario Morales presenciaron cómo oficiales de la Seguridad del Estado querían extorsionar a otros vendedores, aunque estos tenían licencia. Ellas decidieron interceder con consignas como “Vivan los derechos humanos”, “abajo la corrupción”, “libertad para los presos políticos”. En respuesta, los policías las metieron violentamente en una patrulla y las trasladaron a un centro de detención.

Ambas activistas fueron llevadas a El Vivac. Después de 12 días en huelga de hambre, las autoridades las liberaron en un estado grave de salud, pero les advirtieron que su causa continuaría abierta. Con ayuda de desconocidos, lograron llegar a sus casas durante la noche del 16 de diciembre.

Pasaron 15 meses hasta que Leonor volvió a escuchar de los jueces, hasta en octubre de 2019, cuando recibió una citación del Tribunal de La Habana del Este. En un juicio exprés, fue sentenciada el dia 23 de ese mes a tres años de prisión sustituido por trabajo correccional sin internamiento por los delitos de actividad económica ilícita, desacato y desobediencia. “No me permitieron testigos, me defendí todo lo que pude, los policías mintieron, eran como robots porque los tres dijeron lo mismo”, recuerda Leonor.

Aunque la activista ejerció su derecho a la apelación, el tribunal no le dio la oportunidad de tener otro juicio que fuera justo. Más bien, las autoridades le asignaron el trabajo de limpiar pisos, a pesar de que Leonor es profesional de Contabilidad y Finanzas, especialista en Auditorías. Desde que hace activismo, no ha logrado desempeñar su oficio, porque asegura que los empleadores tienen miedo de darle trabajo, pues les mandarían a hacer revisiones frecuentes e inspecciones injustificadas.

“Soy amenazada con que si no cumplo con el trabajo que ellos me ofertan de limpiar pisos, entonces seré enviada a prisión”, asegura.

Actualidad

Actualmente, Leonor se encuentra en casa para protegerse de la actual pandemia de la COVID-19. Aunque recibió una notificación a finales de febrero para integrarse al trabajo correccional, eso no se concretó por las medidas de aislamiento que se concertaron días después.

“Si paramos y bajamos nuestro perfil, la Seguridad del Estado nos pasa por encima como una aplanadora. No nos vamos a parar nunca, simplemente nos ha parado la pandemia”, dice Leonor, quien finaliza: “Yo decidí un día defender los derechos de mi pueblo y aunque me cueste años de prisión y aunque me cueste la vida, seguiré levantando la voz a favor de los derechos en Cuba”.

Preso político cubano Silverio Portal Contreras se encuentra en situación crítica de salud

Washington, D.C. 18 de mayo de 2020. El Instituto Internacional sobre Raza, Igualdad y Derechos Humanos (Raza e Igualdad) insta al gobierno cubano a divulgar información sobre la situación del preso político Silverio Portal Contreras, actualmente recluido en la prisión 1580 de San Miguel de Padrón, en La Habana. El Sr. Portal Contreras es un activista independiente quien ha apoyado a varios movimientos en Cuba, como las Damas de Blanco y el Movimiento Opositores por una Nueva República (MONR). La esposa del preso político, Lucinda González Gómez, teme por su vida y no ha logrado comunicarse con él desde hace casi un mes.

El Sr. Portal Contreras se encuentra privado de su libertad desde julio de 2018, cumpliendo una condena de cuatro años de cárcel por cargos de desorden público y desacato. Fue detenido después de participar en una protesta en contra del Gobierno cubano, en la que denunciaba la falta de arreglos a los edificios al borde de derrumbe por falta de atención, en particular de las viviendas. Al ser detenido, Silverio gritó “Abajo Fidel Castro, abajo Raúl”, lo cual contribuyó a la causa de “desacato”, que busca criminalizar los insultos a oficiales de la vía pública. Amnistía Internacional ha declarado a Silverio como prisionero de conciencia.

La salud del Sr. Portales Contreras, de 56 años de edad, ha decaído considerablemente durante su estancia en prisión. A comienzos de la condena, Silverio cayó inconsciente por una convulsión y no recibió la atención médica necesaria, aunque estuvo pidiendo ayuda por casi cuatro horas. Después, se descubrió que tenía un coágulo sanguíneo, y desde entonces ha sufrido varios accidentes cerebrovasculares isquémicos y ataques isquémicos transitorios (AIT) que le resultaron en una parálisis parcial al lado izquierdo de su cuerpo.

El Sr. Portal Contreras ha solicitado la licencia extrapenal, la cual es permitida bajo el Código Penal Cubano en ciertas circunstancias, y aunque se reconoció que el Sr. Portal Contreras sufre de un sinnúmero de condiciones serias de salud, como la enfermedad cerebrovascular isquémica, el Tribunal Provincial de La Habana dictó que “su estado de salud actual es compatible con el régimen penitenciario”, y notó que él requiere “llevar seguimiento especializado para mantener compensadas sus enfermedades”. La Sra. González Gómez también ha sometido al Tribunal Supremo la apelación a la condena del Sr. Portal Contreras, pero hasta ahora no ha recibido una respuesta. Las solicitudes para transferirlo a un campamento de trabajo y para salir en libertad condicional también han sido denegadas, según la esposa.

El 23 de abril de 2020 el Sr. Portal Contreras sufrió otro AIT. La Sra. González Gómez logró hablar con él por teléfono ese día y notó que tenía mucha dificultad para hablar. Ella sospecha que él está necesitando ayuda médica urgente y teme por su vida, pues desde esa fecha no ha logrado comunicarse con él. El 12 de mayo, recibió una llamada por parte de otro prisionero que le informó que el Sr. Portal Contreras se encontraba vivo, pero no dio detalles sobre su condición actual. El Sr. Portal Contreras se encuentra en un estado de peligro a su salud dada su condición delicada, la cual empeoraría si contrae la COVID-19 en la prisión.

El 13 de mayo de 2020, un oficial de la Seguridad del Estado cubano llegó al hogar de la Sra. González Gómez para recoger la comida y medicinas para Silverio, las que normalmente ella le entrega en persona, pero por causa de la pandemia del COVID-19 no puede hacerlo. El oficial le comunicó a ella que el Sr. Portal Contreras le llamaría el día siguiente, pero la llamada nunca ocurrió, lo que lleva a la Sra. González Gómez a pensar que Silverio sufrió otra crisis de salud, o que se le están denegando los derechos de llamadas.

Según las Reglas Mínimas de las Naciones Unidas para el Tratamiento de los Reclusos (las Reglas Nelson Mandela), “la prestación de servicios médicos a los reclusos es una responsabilidad del Estado. Los reclusos gozarán de los mismos estándares de atención sanitaria que estén disponibles en la comunidad exterior y tendrán acceso gratuito a los servicios de salud necesarios sin discriminación por razón de su situación jurídica”. Además, “los reclusos estarán autorizados a comunicarse periódicamente… con sus familiares y amigos”.

Raza e Igualdad expresa su alta preocupación por la salud y el bienestar de Silverio Portal Contreras, y urge al Estado cubano a divulgar información sobre su estado actual y además de proveerle el cuidado a su salud, y permitirle la comunicación directa con su esposa, tal y como las Reglas Nelson Mandela estipulan. El Sr. Portal Contreras es un preso político cuya privación de libertad viola los acuerdos de derechos humanos y obligaciones adquiridos por parte del Estado cubano. Raza e Igualdad pide a la comunidad internacional que monitoree la situación del Sr. Portal Contreras y que pida el respeto y la protección a los derechos humanos de todos los prisioneros políticos.

No más silencio: Retomando nuestras voces en el Día Internacional contra la Homofobia, la Transfobia y la Bifobia

Washington D.C., 15 de mayo. Este 17 de mayo se cumplen 30 años desde que la Organización Mundial de la Salud (OMS), desclasificó la homosexualidad como un trastorno mental, un hito global que logró acelerar los avances en materia del reconocimiento de los derechos humanos de las personas lesbianas, gais, bisexuales, transgéneros e intersexuales (LGBTI).[1] Con ocasión de esa fecha, se conmemora el Día Internacional contra la Homofobia, la Transfobia y la Bifobia, un día en el que se llama la atención sobre la violencia y la discriminación que aún sufren las personas LGBTI en nuestras sociedades.

Este año el tema que se promueve es “Romper el silencio”, escenario que invita a las personas de la comunidad LGBTI a no tener miedo a expresar su orientación sexual o su identidad de género, ni en sus círculos íntimos ni en sus círculos sociales. Pero también la conmemoración se enmarca este año dentro de una crisis sanitaria mundial generada por COVID-19, que ha agudizado la discriminación estructural y evidenciado los prejuicios que persisten en nuestra sociedad.

Históricamente, la población LGBTI ha sido estigmatizada por una sociedad heteronormativa que no ha permitido su participación en espacios públicos. La conmemoración de este día es vital para visibilizar todos los actos de discriminación que permanecen en nuestras sociedades y denunciar la violencia contra las personas con orientaciones sexuales e identidades de géneros diversas.

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“Romper el silencio es poner voz a quienes la hemos tenido silenciada por el estigma, la discriminación, exclusión social y constantes violaciones de derechos que quedan en la impunidad por falta de voluntad política de los Estados. Romper el silencio es gritar con evidencias una verdad que nuestros Estados, en la mayoría de los casos, no quieren mostrar o no toman en cuenta. Romper el silencio es decir somos, estamos, existimos y tenemos derechos”.

La lucha por la igualdad y justicia es un trabajo diario para muchas personas, no se trata de sólo conmemorar un día como este, es una lucha que persiste a lo largo de todos los días del año.

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“Romper el silencio ha generado que mi cuerpo hable, que mis entrañas hablen, que mis experiencias hablen y que no callen, porque mi vida y la vida de mis hermanes trans merecen que no calle más la injusticia, el dolor y la marginación por ser diferentes. Romper el silencio significa para mí, que todo sentimiento de opresión también se rompa y busque la libertad para todes, esa misma que empecé a sentir cuando elegí ser yo mismo”.

En las últimas semanas hemos sido testigos de una discriminación latente y estructural en la implementación de políticas públicas de los Estados y sus instituciones en respuesta a COVID-19 y como eso ha exacerbado las desigualdades. Igualmente, la ausencia de políticas públicas con un enfoque de género y la falta de capacitación y sensibilización a operadores de la justicia han reproducido patrones de violencia y actos de discriminación contra las personas LGBTI. Esta situación se comprueba con las múltiples estrategias de contención empleadas por los Estados que no sólo olvidaron considerar la situación de pobreza, marginalidad y violencia a la que diariamente se enfrentan las personas con orientaciones sexuales e identidades de género diversa, sino que expusieron sus vidas al no proponer acciones con enfoques diferenciales de género.

La promulgación de pico y género en diferentes países causó graves violaciones de derechos humanos, especialmente para la población trans. Su situación de precariedad está en aumento, enfrentando no solo abuso de poder por parte de las fuerzas del orden, sino también pérdida de trabajo, regreso a círculos familiares violentos, la postergación de juicios de cambio de nombre y la abstención de acceder a centros médicos para recibir tratamientos regulares y necesarios, por miedo a ser discriminadas.

Hoy más que nunca, es necesario tomar acciones diferenciadas y específicas para la población LGBTI, con estrategias contundentes para frenar los casos de abuso y las violaciones sistemáticas de derechos humanos de todas las personas diversas.

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Romper el silencio implica visibilizar y/o denunciar todo acto de discriminación y/o de violencia en contra de las personas con orientaciones sexuales diversas como lo es la población LGBTI”, lo que se puede lograr “apoyándonos en la utilización de todas las herramientas jurídicas, de protección de derechos humanos y de comunicación existentes”.

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Por su parte, Sandra Arizabaleta, de la organización Somos Identidad en Cali en Colombia, asegura que: “es urgente romper el silencio para que se utilicen todos los mecanismos comunitarios y legales posibiliten el libre desarrollo de las vidas de las personas LGBTI”. “Se puede (y se debería) amar más allá de una asignación de roles y genitalidad.”

La transgresión de los derechos fundamentales de las personas LGBTI se agudizan cuando las afectaciones se entrelazan con otros escenarios y/o realidades de igual o peor condición. Ejemplo de esto son las personas afrodescendientes con identidades y expresiones de género diversas que viven en contextos de extrema violencia, olvido estatal, pobreza y falta de acceso a servicios básicos de salud, educación, empleo.  “Regiones como el Pacífico colombiano, donde confluyen un mayor número de afrodescendientes, están lejos de ser amparadas con medidas que integren un enfoque interseccional” agrega Sandra de Somos Identidad.

La crisis sanitaria por COVID-19 ha mostrado que a pesar de los avances en materia de derechos humanos para la población LGBTI, todavía existen grandes vacíos y desafíos que sólo podrán ser superados con verdadera voluntad política de los estados para garantizar los derechos humanos con un enfoque diferencial. “En época de crisis es cuando se evidencia quiénes son líderes y quiénes no, y los malos liderazgos van a tender a exacerbar las dificultades para las poblaciones más vulnerables”, asegura Carlos Quesada, Director Ejecutivo de Raza e Igualdad.

“Para miles de personas en todo el mundo, a menudo, romper el silencio significa permanecer en silencio. Los gritos ocurren cuando pequeños gestos pueden pasar desapercibidos, las miradas simples exigen luz o incluso una voz débil duda en hacer eco en ciertos espacios. Para ser escuchados, a veces necesitamos estar atentos, porque no tiene sentido romper el silencio si no hay nadie que nos escuche, si no hay espacios con oídos agudos para capturar los sonidos, sino gestos, miradas. El poder de romper el silencio solo es efectivo cuando hay poder para escuchar. De lo contrario, pasaremos toda una vida queriendo ‘significar’,”

Raza e Igualdad, de la mano de las organizaciones de la sociedad civil LGBTI con las que trabaja, urge a los estados de Latinoamérica a:

  • Tomar medidas de prevención de la violencia desde una perspectiva diferenciada, que contemple la discriminación que históricamente ha existido contra las personas afro-LGBI y trans.
  • Urge tener un espacio de monitoreo específico junto con la sociedad civil para enfrentar el contexto de violencia por orientación sexual e identidad de género.
  • Urge la necesidad de capacitar a los órganos estatales sobre estos temas.
  • Las voces de la población LGBTI deben tener lugar y espacio en la planificación de emergencias de salud. Representantes LGBTI necesitan estar incluidos, así como las trabajadoras sexuales en los planes de protección social, especialmente en el acceso a los ingresos de emergencia.

Finalmente, es una obligación del Estado acompañarnos a romper el silencio contra la discriminación, la violencia y la indiferencia a través de acciones afirmativas que garanticen el reconocimiento de los derechos de las personas LGBTI.

#CubanasLibresYA: La historia de la activista cubana Rosario Morales, otra víctima de represión del Estado Cubano

Rosario tenía 43 años cuando escuchó por primera vez sobre las Damas de Blanco. Ella era una trabajadora de la empresa estatal Correos de Cuba, una “ciudadana de a pie”, que repartía cartas y periódicos, que escuchó en 2006 una entrevista por la radio y quiso saber más sobre las demandas de ese grupo de mujeres organizadas.

“Yo comencé a apoyarlas en Santa Rita, en la iglesia. Después que salíamos de misa se marchaba por toda la Quinta Avenida. Estuve apoyando seis meses hasta que la Seguridad del Estado comenzó a amenazarme y a reprimirme y a hostigarme”, recuerda la activista.

Las presiones comenzaron a llegar de parte de amigos y familiares, y fueron escalando con el paso de los años. En 2011, su hijo fue enviado a prisión injustamente.

Reinier Biscet Morales, único hijo de Rosario, y de entonces 27 años, estuvo detenido por las autoridades como una forma de presionar a la activista para que desistiera de sus actividades. “Hasta que no convenzas a tu mamá que se quite de allí, te vamos a procesar a ti”, le decían al joven, según su madre.

“Allí me lo torturaron, me lo golpearon”, cuenta Rosario, quien recuerda cómo una vez que le tocaba visita le impidieron verlo porque se encontraba en una celda de castigo. “Yo empecé a llorar y pregunté el motivo y allí me contaron esto, que mi hijo había hecho una protesta, que había gritado consignas”.

Durante 15 meses el hijo de Rosario estuvo en prisión, y durante ese tiempo la activista no dejó de exigir su libertad. Salía a protestar a la calle con fotos de él, se vestía con un uniforme de recluso y salía a manifestarse, daba entrevistas y pedía apoyo de sus compañeras.

Poco después de la liberación de su hijo, a Rosario la despidieron de su puesto de trabajo “por tener ideas en contra del proceso revolucionario”, después de 8 años al servicio del Correo. “De allí más nunca me dieron trabajo, fui perseguida todo el tiempo por ser Dama de Blanco, por ser defensora de los derechos humanos, por exigir democracia, por querer que todos seamos iguales”, señala.

En el año 2012, ante la carencia de empleo, Rosario montó un puesto de venta en la calle con artículos varios del hogar. A modo de protesta, decidió no optar por una licencia de venta. Así transcurrieron los años, con incidentes ocasionales y participando siempre con las Damas de Blanco.

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Detención

Hasta que, en diciembre de 2017, las autoridades la detuvieron. En la Villa Panamericana, de la Habana, Rosario y otra Dama presenciaron cómo oficiales de la Seguridad del Estado querían sobornar a otros vendedores, aunque estos sí tenían licencia para vender. Ellas decidieron interceder con consignas como “Vivan los derechos humanos”, “abajo la corrupción”, “libertad para los presos políticos”. En respuesta, los policías las metieron violentamente en una patrulla y las trasladaron a un centro de detención.

Durante 12 días Rosario estuvo detenida en El Vivac, y en ese mismo tiempo la activista estuvo en huelga de hambre, incluso sin ingerir líquido los primeros días. Por eso hasta perdió el conocimiento y tuvo que ser trasladada a la enfermería. Entonces la dejaron en libertad, pero le alertaron de que su expediente ya estaba hecho y que tendría que enfrentar un juicio.

Rosario afirma que nunca hizo declaraciones, no se le informó de los cargos y el proceso fue completamente discrecional. Un año después de esa detención, Rosario fue llamada a comparecer a juicio. “Era un juicio que estaba amañado contra los opositores, a los días me dieron la sentencia de prisión domiciliar de 3 años”, recuerda la activista quien tampoco tuvo derecho a presentar testigos.

El 21 de marzo de 2019, se ratifica la sentencia de Rosario a tres años de privación de libertad por los cargos de Especulación y Acaparamiento, Desacato y Desobediencia. La sanción fue sustituida por Trabajo Correccional Sin Internamiento.

Un mes después de dictada la sentencia, Rosario fue citada por una jueza de ejecución que iba a asignarle un trabajo para justificar su tiempo de sentencia. La jueza le acotó: “los negros nacieron para barrer calle, así que te pondremos a barrer calle”. Tras ser víctima de racismo, la activista indicó que aceptaría el trabajo, pero les aseguró a las autoridades que lo haría “con la frente en alto porque no he cometido ningún delito, voy a estar vestida de blanco y voy a hacer mesas redondas en la calle para analizar la mal llamada constitución”.

Hasta la fecha, después de varios procesos burocráticos, la activista no ha sido ubicada en ningún puesto.

Actualidad

Actualmente, Rosario continúa su oposición y es miembro de un grupo paralelo de Damas de Blanco llamado Laura Pollán: Su Legado, en nombre a la difunta fundadora del grupo opositor. Este grupo busca apoyar a la comunidad a través de protestas pacíficas contra injusticias. Su hijo Reinier emigró de Cuba desde hace cuatro años.

La sentencia dictada en contra de Rosario efectúa muchas restricciones; en toda labor desempeñada recibirá “menor remuneración o calificación” y no podrá optar a “ascensos ni aumentos de salario”. Tampoco  podrá optar a un pasaporte, lo cual le impide salir del territorio nacional. La restricción más severa a la cual Rosario está sujeta es la libre circulación. No puede salir de su municipio sin pedir permiso a la Jueza de Ejecución del Tribunal Municipal de La Habana del Este. No puede visitar familiares que vivan en otros municipios sin este permiso, lo cual ha sido difícil para ella.

Rosario fue citada nuevamente a aparecer en frente de un juez de ejecución en el Consejo Popular de Cojimar en marzo de este año, pero no fue atendida, a pesar de que esperó por horas. Ella continua sin saber cuándo o si es que finalmente el gobierno le obligará a cumplir el trabajo bajo la sentencia a la que fue condenada, por lo que vive bajo gran incertidumbre.

En el contexto de la COVID-19, la activista se encuentra recluida en su casa, pero asegura que en cuanto esta crisis sanitaria pase, se reincorporará a sus actividades, a pesar de las consecuencias. Sigue apoyando a su comunidad como puede, recientemente hizo 35 cubrebocas desde su casa que fueron compartidos a personas sin recursos de la comunidad.

Raza e Igualdad lanza guía práctica para solicitar Medidas Cautelares ante la CIDH

Washington, DC. 8 de mayo de 2020.  El Instituto Internacional sobre Raza, Igualdad y Derechos Humanos (Raza e Igualdad pone a disposición la guía titulada “Las Medidas Cautelares de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos: procedimiento y función” un manual que pretende orientar a activistas, defensores y defensoras de derechos humanos en el proceso de solicitud de medidas cautelares ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, CIDH.

“El documento es una herramienta pedagógica que intenta acompañar el proceso de construcción de solicitudes de medidas cautelares de organizaciones de la sociedad civil que se encuentran en peligro de sufrir vulneraciones graves a sus derechos humanos”, señala Carlos Quesada, Director Ejecutivo de Raza e Igualdad.

La guía está compuesta por dos documentos, uno pensado para ser utilizado por abogados, abogadas o personas con conocimientos jurídicos en la materia; y otra para activistas de derecho humanos de la región donde se propone un recorrido por la información a través del acompañamiento de cuatro personajes que desde sus experiencias como solicitantes y beneficiarios de Medidas Cautelares explican y detallan los pasos a seguir para solicitar una medida cautelar.

“Hemos construido esta guía para facilitar el proceso de solicitud para activistas de derechos humanos que no tienen experiencia en el sistema interamericano.  Entonces, por cada paso el lector se encontrará con un acápite denominado “Síntesis teórica” donde los personajes nos explican en qué consiste el desarrollo del paso; y otro acápite denominado “Síntesis práctica” donde el lector podrá ver efectivamente cómo redactar, describir y completar dicho requisito.  Todos los casos que encontrarán en la guía han sido construidos con propósitos pedagógicos y bajo ninguna circunstancia corresponden a la realidad”, explica Christina Fetherhoff Oficial Senior del Programa Legal de Raza e Igualdad.

El material que ya está disponible para ser descargado en el portal web de Raza e Igualdad http://oldrace.wp/es/es_publicaciones/ busca además fortalecer las capacidades de los usuarios del Sistema Interamericano de Derechos Humanos y, a través de ellos, también del Sistema en sí mismo.

“Las medidas cautelares son una herramienta importante para proteger los derechos humanos y para emprender acciones concretas en favor de los derechos de las personas más vulnerables y en situaciones de riesgo frente a una posible violación de sus derechos fundamentales.  Raza e Igualdad trabaja justamente para llevar a las organizaciones de base esta herramienta que el Sistema Interamericano ofrece a la región como parte de un ejercicio consciente de la importancia de que las organizaciones sean protagonistas de los procesos de exigibilidad de sus derechos.  Esperamos sea de gran utilidad” menciona Caitlin Kelly, Oficial del Programa Legal para América Latina de Raza e Igualdad.

El Instituto Internacional sobre Raza, Igualdad y Derechos Humanos es una organización no gubernamental para la defensa y la protección de los derechos humanos que trabaja con contrapartes y activistas locales en América Latina promoviendo y protegiendo los derechos humanos de poblaciones en condiciones de marginalidad, ya sea por su origen nacional o étnico, su orientación sexual o su identidad de género. Fortalece a las organizaciones de base para que se conviertan en actores políticos y promuevan cambios estructurales en los países en los que trabaja.

Crisis por COVID – 19 devela preocupante estado de precariedad en el que se encuentran mujeres afrodescendientes de América Latina

Washington, DC. 8 de mayo de 2020.  En compañía de lideresas de la Red de Mujeres Afrolatinoamericanas, Afrocaribeñas y de la Diáspora (RMAAD), se llevó a cabo el pasado jueves 7 de mayo el conversatorio virtual “Mujeres Afrolatinas frente al COVID-19” un espacio propuesto para visibilizar los impactos diferenciados que viven las mujeres Afrolatinas, representadas en niñas, adolescentes, adultas y adultas mayores, producto del brote epidémico conocido como COVID-19.

A lo largo del espacio de diálogo se abordaron análisis sobre la preocupante situación que enfrentan las mujeres alrededor del mundo debido a las estrategias de contención utilizadas por los Estados para evitar la propagación del virus, dichas propuestas ha obligado a la mayoría de las poblaciones en América Latina a permanecer en sus casas sin discriminar ni analizar los impactos que esto tiene en la vida de las poblaciones que históricamente han vivido en la marginalidad de las políticas públicas y en situaciones de extrema pobreza e inacceso a servicios básicos como el agua.

Elvia Duque, Oficial encargada del Programa para América Latina de Raza e Igualdad advirtió sobre un indiscriminado incremento en las violencias de género y violencias domésticas que las políticas gubernamentales de aislamiento han generado, y efectos múltiples que estos tienen en la de las mujeres afrodescendientes.  “Los efectos de COVID 19 han sacado a la luz una realidad que ha estado latente en nuestras sociedades a lo largo de la historia de la región.  Las mujeres han sido y son hoy un grupo vulnerable, así como los grupos afrodescendientes, ahora es una preocupación doble cuando estas dos realidades se intersectan y se agravan como está sucediendo ahora mismo” enfatizó Duque.

Por su parte, Paola Yañez presidenta de la Red de Mujeres Afrolatinoamericanas, Afrocaribeñas y de la Diáspora (RMAAD) resaltó el estado de precariedad en el que se encuentran las mujeres afrodescendientes.  En este sentido, Yañez mencionó las múltiples afectaciones que enfrenta esta población en cuanto a accesos que garanticen el goce efectivo de los derechos humanos de esta población. “Durante este tiempo se ha hecho evidente el estado de abandono Estatal en el que se encuentran los territorios donde habitan mayoritariamente poblaciones afrodescendientes; en muchas de estas comunidades no hay acceso al agua, vital para estos días.  En Latinoamérica cerca del 63% de las mujeres afrodescendientes y se dedican a trabajos del hogar y domésticos y por esta situación no están recibiendo ingresos, aspecto que no sólo la perjudica a ella sino a su grupo familiar, porque además estamos hablando de que en su mayoría son hogares monoparentales”.

En este sentido también se discutió sobre los preocupantes problemas de acceso a la salud en América Latina y del incremento del uso excesivo y violento de la fuerza por parte de esquemas de seguridad y la policía especialmente hacía cuerpos racializados.  “Hemos podido comprobar que el uso desmedido de la fuerza es diferente cuando se trata de personas Afro y personas LGBTI” añade la presidenta de la RMMAD.

“Desde Colombia estamos enviando mensajes de auxilio por la situación de líderes y lideresas sociales que hoy son perseguidos en los territorios en medio de la crisis por la pandemia del #COVID-19” enfatizó Audes Jímenez enlace para Colombia del Red de Mujeres Afrolatinas.   Durante las últimas semanas de confinamiento más de 10 líderes y lideresas étnicos han sido asesinados en Colombia sin que esto haya sido motivo de alerta en el país.  Los esfuerzos estatales están orientados a contener la propagación del virus sin pensar en los impactos que esto refiere para un país tan desigual.  “Las estrategias de contención que están abordando los Estados parten de un supuesto de igualdad y equidad de una población que históricamente ha vivido en la desigualdad, siendo la población afrodescendiente preocupantemente afectada por esta miopía social” añadió activista colombiana.

En este sentido, Milene Molina coordinadora de la Región Cono Sur de la RMAAD alertó sobre los incrementos desmedidos en las cifras de violencia intrafamiliar en toda la región.  “Es tremendamente paradójico porque países como Chile están completamente militarizados, las calles están llenas de cuerpos armados, pero al interior de los hogares las mujeres, niñas, adolescentes están encerradas con sus agresores y nadie sabe qué está pasando.  Dentro de los hogares existen todo tipo de violencias físicas, sexuales psicológicas y las calles completamente militarizadas, pero ¿cuidando a quién?” cuestiona Molina activista chilena.

El espacio de encuentro y diálogo virtual finalizó con la socialización de una serie de recomendaciones por parte de las activistas hacía los Estados que entre otras cosas propone estrategias concretas a favor de las poblaciones que se han visto afectadas de diversas maneras a causa de la crisis humanitaria, esto como alternativa para hablar de las desigualdades en las que viven los grupos étnicos en América Latina.

 

“Historia de Nieves Matamoros: Otra activista de las Damas de Blanco víctima del Estado Cubano”

A su puesto llegaron las primeras veces a hostigarla. Nieves Matamoros, de 55 años, tenía un puesto de viandas en La Habana, en donde vendía todo tipo de productos agrícolas junto con su hijo, de 34 años. En varias ocasiones oficiales de policía la multaron arbitrariamente, pero la situación empeoró cuando Nieves se unió a las Damas de Blanco en 2014. “Allí fue cuando más me atosigaron y me presionaban con mi familia”, recuerda.

Nieves salía vestida toda de blanco a pedir la liberación de los presos políticos en Cuba, y en varias ocasiones la detuvieron por 24 o 48 horas. Ella sabía que el riesgo de quedarse detenida era inminente, pero no dejó de asistir a las manifestaciones.

Los impuestos por altas cantidades, a ella y a su hijo, y las multas por escándalo público que le asignaban cada domingo que salía a protestar, se fueron acumulando. Para abril de 2018, Nieves le debía al Estado 18 mil pesos cubanos y su hijo les debía 13 mil. “Eran multas que yo no podía pagar”, aclara la activista. Nieves fue a la oficina de multas a pedir una prórroga o comodidades de pago, pero el oficial se negó argumentando que debía pagarlo todo de una vez.

Una citatoria judicial llegó a la casa de Nieves para el lunes 9 de abril de 2018, pero la Seguridad del Estado se encargó de detenerla un día antes, cuando la activista se unió a una nueva caminata de las Damas de Blanco: la tiraron al piso, le dieron golpes y la trasladaron a la estación policial.

Al siguiente día, Nieves fue llevada a juicio junto con su hijo. Uno de los testigos en el juicio fue el oficial al que Nieves fue a pedirle una prórroga, pero este testificó que la activista nunca había ido a su oficina. Así, arbitrariamente y de forma exprés, los condenaron a ambos a un año y seis meses por el incumplimiento de pago de multas, conviertiéndoles en dos víctimas más de la estrategia del Estado cubano de imponer multas arbitrarias a las personas que participan en protestas y luego encarcelarlas por no pagar las mismas. Actualmente, hay por lo menos siete presos políticos cumpliendo condenas así.

“Yo les dije a los esbirros: lograron lo que ustedes querían, pero voy a hacerles oposición desde allá adentro”, fue lo último que pudo decir Nieves en la sala judicial.

Tiempo en prisión

Durante dos meses, Nieves estuvo recluida en la Prisión de Mujeres de Occidente “El Guatao”, donde por una semana estuvo detenida en un calabozo, sin derecho a visitas ni contacto con otras reclusas. Después la trasladaron a la Prisión de Mujeres “La Bellote”, en la provincia de Matanzas, en donde estuvo durante once meses.

En ambas cárceles, Nieves asegura que las condiciones eran “malísimas”. En Matanzas en varias ocasiones le quitaron el acceso a comunicaciones y a sus familiares les negaban la entrada sin razón válida. Allí en prisión, a Nieves le detectaron un quiste en el riñón izquierdo. Ella cree que es por los golpes que recibió al momento de su detención y otros que recibió en el costado durante el tiempo que estuvo encarcelada.

“Mi familia sufrió muchísimo, a mi esposo le afectó bastante, mi hija nunca pudo llegar a prisión”, cuenta Nieves.

Finalmente, después de un nuevo traslado a El Guatao, Nieves fue liberada el 5 de octubre de 2019.

En libertad

Pero sus problemas médicos salieron a luz. A finales de 2019 fue operada de dos fibromas. “Creo que era el agua contaminada, la mala alimentación, se fueron agrandado hasta que reventaron”, conjetura.

Actualmente, Nieves vive con su esposo, su hijo, que también fue liberado el año pasado, y sus tres nietecitos, todos menores de 12 años.

Aunque no ha recibido amenazas directas de las autoridades cubanas, aún sufre las consecuencias de su detención irregular: sigue enferma de los riñones, de los nervios, se recupera de sus recientes cirugías, por lo que no ha logrado abrir nuevamente su puesto de viandas ni se ha reincorporado a sus labores de activismo.

Espera que al mejorar su salud, pueda retomar la vida que antes tenía.

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Historia de Yolanda Santana. Dama de Blanco ex prisionera política del Estado Cubano pero víctima de represión

Tantas veces la han detenido, que Yolanda ya no recuerda cuántas veces han sido. Cree que fueron unas 200 veces, pero la cifra podría ser más alta. Los arrestos casi siempre sucedían después de ir a la iglesia, cuando las Damas de Blanco, el grupo al que pertenecía desde el 2013, protestaban por la libertad y la democracia del pueblo cubano.

Algunas veces ocurría en plena calle: la Seguridad del Estado las atacaba a golpes, las esposaba y las llevaba a la comisaría; otras veces, los agentes esperaban a que abordaran el transporte público después de la protesta: detenían el bus, localizaban a las mujeres vestidas de blanco y las bajaban para golpearlas y escupirlas; y en varias ocasiones las tuvieron retenidas en una patrulla policial, con los vidrios arriba y bajo el sol abrasivo de La Habana en pleno verano.

Casi siempre las liberaban muy tarde por la noche, pero en algunas ocasiones las retenían por más de 24 horas, sin poder comunicarse con sus familiares, sin acceso a comida ni a servicios higiénicos. Lo seguro era que les impusieran multas de 150 pesos, bajo la excusa de que habían violado dispositivos de la Seguridad del Estado.

“Yo no puedo entender de que haya violado dispositivos de la Seguridad del Estado al salir yo de mi vivienda y tratar de llegar a una iglesia, yo no he cometido ningún delito”, reflexiona Yolanda Santana, de 55 años.

Juicio

Y fue precisamente por esas multas que se iban acumulando, que un 6 de julio de 2018 la citaron al Tribunal de Arroyo Naranjo. Ese mismo día, las autoridades judiciales le montaron un juicio exprés y la condenaron a un año de prisión por incumplimiento de pago de 12 multas de 150 pesos. En las multas que le impusieron, la acusaban de venta ilícita y trámites de licencia de venta, una acusación que además de ser ilegal, Yolanda desconocía. La deuda, según el Estado cubano, ascendía a 18 mil pesos.

“No me pusieron abogado y yo no puse tampoco. No pude presentar pruebas ni testigos a mi favor porque la Seguridad del Estado no lo permitió”, cuenta la activista. Ella se rehusaba a pagar las multas porque las detenciones habían sido arbitrarias, y por lo tanto, las multas también lo eran.

Prisión

Poco después la trasladaron a la Prisión de Mujeres de Occidente, “El Guatao”, una cárcel que alberga a mujeres que han sido víctimas de las arbitrariedades del sistema de justicia penal de Cuba, incluyendo a las presas políticas. Yolanda, como muchas otras mujeres, denunció que las condiciones en El Guatao eran deplorables: “La comida era podrida, causaba vómitos, no te la podías comer”, cuenta. Además de que había hacinamiento en las celdas, pues en cada una dormían 28 reclusas, los policías golpeaban a las mujeres, les quitaban el derecho a recibir visita conyugal y de hacer llamadas a sus familiares.

Esto último le pasó a Yolanda: por tres meses no tuvo derecho a usar el teléfono, en represalia por haber denunciado las condiciones de la prisión. En un par de ocasiones, también fue hostigada por otras mujeres internas, quienes Yolanda cree fueron enviadas por la Seguridad del Estado.

“Mis hijos, mi madre y mis nietos sufrieron mucho por esta condena, pero se mantuvieron fuertes apoyándome”, asegura Yolanda.

Cada vez que se despedía de sus familiares, quienes la visitaban en El Guatao, era una prueba de fuego para la activista cubana: “tener que levantar la cabeza y tragarme mis lágrimas para que ellos no me vieran mal. Es muy triste estar en prisión”, relata.

Finalmente, el 6 de julio de 2019 Yolanda cumplió su condena y salió de prisión.

En casa, pero sin libertades

Yolanda comparte su hogar con su hijo, de 31 años, su nuera y su nieto de 12 años. Su otra hija, de 35 años, y sus otros tres nietos, todos menores de edad, viven muy cerca de ella. La activista fue “madre y padre para sus hijos” y también es fuente de apoyo para sus nietos, quienes le llaman “Mima”.

Poco tiempo después de salir de prisión, Yolanda se reintegró a su activismo dentro de las Damas de Blanco. Desde 2013 se había unido al grupo porque su propio hermano había sido un preso político del Gobierno de Cuba. Sintió que era un deber unirse nuevamente a sus compañeras para seguir haciendo incidencia por las personas apresadas por motivos políticos.

Hasta la fecha, la represión en su contra y las amenazas continúan por parte de los oficiales cubanos. Sus hijos también han sido detenidos en varias ocasiones. El pasado 15 de marzo, mientras salía de la sede nacional de las Damas de Blanco, unos agentes se acercaron a Yolanda para amenazarla con que la llevarían nuevamente a prisión, pero esta vez por una condena de 4 a 8 años. En menos de un año que lleva en libertad, ya le han asignado nuevas multas como forma de amedrentarla.

Pero la convicción de Yolanda es difícil de tumbar. “Si me toca nuevamente por mi activismo político pues estoy lista, siempre estamos listas y mi familia preparada, si ellos pensaron que con eso iban a doblegar se equivocaron porque lo que hicieron fue fortalecerme”.

Presa política en huelga de hambre: Raza e Igualdad exige al Gobierno cubano que libere de inmediato a las mujeres presas políticas en medio de la crisis del COVID-19

Washington, D.C. 16 abril 2020. Con la llegada del coronavirus a Cuba, y en el marco de la campaña #CubanasLibresYa , el Instituto Internacional sobre Raza, Igualdad y Derechos Humanos (Raza e Igualdad) insta al Gobierno cubano a liberar a todas las mujeres presas políticas. Hasta el 15 de abril, 766 casos de infecciones y 21 muertes por COVID-19 han sido reportadas en Cuba. El virus se está extendiendo rápidamente en la isla y el gobierno está implementando medidas de distanciamiento social para proteger a los cubanos.  Sin embargo, las personas privadas de libertad en las prisiones en Cuba no pueden distanciarse socialmente y enfrentan riesgos extremos. Las condiciones deplorables que estas mujeres están enfrentando actualmente han causado que Martha Sánchez González, una presa política en la Prisión Provincial para Mujeres El Guatao, se declare en huelga de hambre.

Como Raza e Igualdad documentó en su informe Condenas premeditadas: Análisis de la Situación de la Administración de Justicia en Cuba, las prisiones en Cuba son conocidas por sus condiciones inhumanas, tales como el hacinamiento, mala circulación de aire y falta de acceso al aire fresco. Se ha reportado que estas condiciones han causado bronquitis y otras infecciones respiratorias, creando el entorno perfecto para que el COVID-19 se propague y agrave la enfermedad. Aunque el Gobierno cubano recientemente anunció que en las prisiones ya no se recibirán más visitantes , los prisioneros y las prisioneras todavía enfrentan el riesgo de contagiarse de las autoridades penitenciarias, quienes todavía circulan en la comunidad. En los Estados Unidos, esto ha causado la propagación del virus en los reclusos de las cárceles y prisiones con efectos devastadores.

En reconocimiento del riesgo extremo que enfrentan las personas privadas de libertad, la Alta Comisionada para los Derechos Humanos de las Naciones Unidas Michelle Bachelet hizo un llamado a los gobiernos a tomar medidas para proteger a los reclusos, entre ellos la reducción del número de las personas en detención. Asimismo, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos ha reconocido la  “gravísima situación de las personas privadas de la libertad en la región… frente a los efectos de la pandemia del COVID-19” y ha instado a los Estados a “reducir la sobrepoblación en los centros de detención como una medida de contención de la pandemia”.

El riesgo que el COVID-19 plantea a las mujeres presas políticas es especialmente preocupante dado que las autoridades cubanas han negado atención médica a las presas políticas en el pasado o han brindado atención inadecuada. Por ejemplo, Xiomara Cruz Miranda, una Dama de Blanco condenada por “amenazas”, se enfermó gravemente en la prisión. Finalmente, fue trasladada a un hospital, pero su condición empeoró mientras los médicos cubanos ocultaron información a sus familiares y no pudieron proporcionar un tratamiento efectivo. Más tarde, Xiomara se fue del país para buscar atención médica en los Estados Unidos. Dado este mal precedente en el manejo de las necesidades médicas de las presas políticas, es dudoso que el Gobierno brinde la atención suficiente a las presas políticas que contraigan el COVID-19.

Las autoridades penitenciarias en Cuba también dejaron de permitir a los familiares de los presos llevar comida, como una manera de detener la propagación del COVID-19. Sin embargo, no han proporcionado un reemplazo para esta comida, de la cual dependen los prisioneros para sobrevivir dado que la comida provista por la prisión a menudo se pudre y carece de nutrientes. De acuerdo con las Reglas Mínimas de las Naciones Unidas para el Tratamiento de los Reclusos (Reglas Nelson Mandela), “todo recluso recibirá de la administración del establecimiento penitenciario, a las horas acostumbradas, una alimentación de buena calidad, bien preparada y servida, cuyo valor nutritivo sea suficiente para el mantenimiento de su salud y de sus fuerzas”. Esta semana, a Martha Sánchez González y Aymara Nieto Muñoz se les negó la entrada de comida que con mucho trabajo sus familiares les hicieron llegar, lo cual es especialmente difícil porque estas mujeres se encuentran en centros de detención alejados de sus hogares y el transporte en el país ha sido drásticamente limitado debido al virus. A la familia de Aymara Nieto Muñoz le dijeron que la comida fue rechazada no por la crisis del coronavirus, sino porque fue pagada con “dinero del imperio”.

Dado el riesgo extremo que los reclusos enfrentan, Raza e Igualdad hace un llamado al Estado cubano para que libere a todas las presas políticas en su territorio, incluidas Melkis Faure Hechavarria, Maite Hernández Guerra, Aymara Nieto Muñoz y Martha Sánchez González. Estas mujeres fueron condenadas por delitos que no cometieron después de protestar pacíficamente contra el gobierno cubano. No son delincuentes, no son violentas y no deberían estar tras las rejas en ningún momento, pero especialmente durante la crisis causada por la pandemia de COVID-19.

Mantener a estas mujeres en prisión es una violación continua de las obligaciones internacionales de derechos humanos de Cuba, por lo que Cuba debe liberar a estas mujeres inmediatamente. Raza e Igualdad pide a la comunidad internacional que continúe monitoreando la situación en Cuba y exigiendo el respeto y la protección de los derechos humanos de las mujeres presas políticas. Invitamos al público a unirse a nuestra campaña #CubanasLibresYa, para proteger el derecho a la vida y la salud de las mujeres presas políticas. Conozca la campaña aquí.

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