Cinco años del 11M en Cuba: Activismo LGBTI+, historias de represión, cárcel y exilio forzado
A propósito de la conmemoración de la conga contra la homofobia y la transfobia del 11 de mayo de 2019, que terminó con decenas de personas detenidas y sitiadas de forma arbitraria, dialogamos con activistas de este país sobre los retos que enfrentan por su activismo y lucha por los derechos LGBTI+.
Washington D.C., 10 de mayo de 2024 – Este sábado 11 de mayo se cumplen cinco años de una manifestación pública en La Habana, Cuba, que terminó con decenas de personas LGBTI+ detenidas y violentadas.
Aquel día de 2019, también conocido como 11M, decenas de personas con orientación sexual e identidad de género diversas se alistaba para participar en una conga (baile cubano que se acompaña con tambores) por el Día Internacional contra la Homofobia, la Transfobia y la Bifobia, que se conmemora en todo el mundo cada 17 de mayo; pero este evento se canceló a última hora, generando indignación en esta población, que espontáneamente continuó con el plan de salir a las calles a exigir sus derechos, aunque para ello no tuvieran la aprobación del órgano oficial que coordina esta actividad, el Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex).
Lesbianas, gais, bisexuales, trans y personas no binarias se reunieron en el Parque Central de La Habana, y a partir de las 4 de la tarde empezaron a marchar sin un rumbo establecido. Se movilizaron de forma pacífica y realizaron una besatón (nombre que se le da al acto en el que varias personas LGBTI+ se besan en público en señal de protesta), hasta que las autoridades cubanas, incluidos miembros de la Seguridad del Estado bloquearon la manifestación, agredieron y detuvieron de forma arbitraria a decenas de manifestantes que habían asistido gracias a una convocatoria realizada a través de las redes sociales.
A propósito de esta fecha, dialogamos con activistas de este país sobre los retos que trae aparejado el activismo y la lucha por los derechos LGBTI+.
“Lavar y guardar la ropa”
Esta frase la menciona Yennys Hernández, activista lesbiana y reportera del medio independiente Periodismo de Barrio, para explicar cómo el activismo de las personas LGBTI+ transcurre “entre la espada y la pared”.
Ella ha sido víctima del hostigamiento ejercido por las autoridades cubanas. Hace más de un año, vio asombrada cómo la Seguridad del Estado apareció en la celebración de su matrimonio, para anotar los nombres de las personas defensoras de derechos humanos que asistieron a la boda, y así ejercer presión a los voces disidentes que se habían reunido en ese evento.
Hernández dice que, como lo hicieron ella y su esposa, en Cuba las parejas del mismo sexo pueden casarse, y adoptar; también es legal la reproducción asistida, está prohibida la discriminación en espacios laborales y de educación, y las personas con identidades de género diversas pueden cambiar su nombre en los documentos. Sin embargo, en este país no hay una Ley de identidad de género, y la violencia machista que existe en todas las esferas públicas y privadas, castiga, reprime y violenta a lesbianas, gais, bisexuales, trans y personas no binarias.
Las personas LGBTI+ que luchan por los derechos de esta población también son víctimas de la represión y el hostigamiento ejercido por las autoridades cubanas, así como ocurre con artistas, periodistas independientes y, en general, las voces disidentes al gobierno de Cuba. La mayoría de las personas con orientaciones sexuales e identidades de género diversas, de acuerdo con Hernández, evitan denunciar que han sido citadas a interrogatorios para evitar ser excluidas de los diálogos y de los procesos que buscan avanzar en el reconocimiento de los derechos de esta población en Cuba.
Las personas LGBTI+ “lavan y guardan la ropa”, es decir, se autocensuran para sobrevivir en este país, donde no hay registros oficiales que aborden la violencia de género que sufren a diario lesbianas, gais, bisexuales, trans y personas no binarias.
Tras las rejas
La historia de Brenda Díaz García, una mujer trans que permanece en un centro penitenciario masculino por participar en las protestas pacíficas del 11 de julio de 2021 (conocidas como 11J) en el municipio de Güira de Melena, en la provincia de Artemisa, evidencia la discriminación y, en general, la violencia que sufren las personas trans en Cuba.
A ella la detuvieron porque, según las autoridades de la Isla, se había “vestido de mujer para infiltrarse” en las manifestaciones. Y apenas llegó a la cárcel, le cortaron su cabello y no le reconocieron su nombre identitario, dos agresiones simbólicas que anularon sus derechos.
Brenda Díaz fue condenada inicialmente a más de 14 años de prisión, pero hace ocho meses le rebajaron la pena a 7 años y nueve meses de cárcel, de acuerdo con Ana María García, su mamá, quien ha denunciado en repetidas ocasiones que su hija ha sido golpeada y víctima violencia sexual dentro del centro penitenciario, donde permanece por exigir cambios en Cuba.
Vivir con miedo
“Hacer activismo en Cuba y ser una persona LGBTI+ es complicado porque se sabe muy bien lo que pasa dentro de la Isla, y el miedo que hay es un miedo que te meten dentro del cuerpo; entonces, desde aquí es más fácil hacerlo porque te sientes en libertad de poder hacerlo, porque no estás vigilado”, dice Nornardo Perea, un artivista cubano exiliado en España desde 2019.
El escritor, fotógrafo y documentalista participó en la 00 Bienal de La Habana en mayo de 2018, que fue organizada por el Movimiento San Isidro (del que aún forma parte). A raíz de este evento donde expuso abiertamente su posición política y orientación sexual, Perea fue amenazado e interrogado tres veces por las autoridades cubanas.
“En la tercera entrevista me hicieron firmar un papel con varias consignas. Al final, ellos (las autoridades) hacen contigo lo que quieran. Fueron cinco horas de interrogatorio en Marianao (municipio de La Habana). Me forzaron a colaborar con ellos”, cuenta el artivista, quien luego de participar en marzo de 2019 en un taller de periodismo en Praga, República Checa, se exilió en Madrid, España, y aún, cuenta, sigue adaptándose a esa ciudad y a ese país.
Las historias que revelan Hernández, García y Perea muestran lo complejo que es hacer activismo y luchar por los derechos LGBTI+ en Cuba, un país donde han ocurrido avances como el matrimonio igualitario o la adopción entre parejas del mismo sexo, y al mismo tiempo se prohíbe que lesbianas, gais, bisexuales, trans y personas no binarias, participen en marchas de forma independiente y exijan sus derechos sin participar en las acciones organizadas por el Cenesex.
Desde el Instituto sobre Raza, Igualdad y Derechos Humanos (Raza e Igualdad) conmemoramos el 11M reconociendo la labor que desempeñan activistas que trabajan por el reconocimiento de los derechos de las personas con orientaciones sexuales, e identidades de género diversas en este país. También hacemos un llamado al Estado de Cuba para que impulsen las leyes de identidad de género y contra la violencia de género, y se abstenga de reprimir y hostigar a las personas defensoras de los derechos de esta población.