La historia de Maritza no es única: porqué urge una Ley Contra la Violencia de Género en Cuba
Foto portada: CirberCuba Once años de maltratos físicos y verbales se acumularon aquel día. Era el tiempo que Maritza llevaba casada con Osvaldo, un hombre machista y dedicado a la […]
Foto portada: CirberCuba
Once años de maltratos físicos y verbales se acumularon aquel día. Era el tiempo que Maritza llevaba casada con Osvaldo, un hombre machista y dedicado a la bebida. Esa tarde de 1999, Osvaldo llegó borracho, demandando atención a gritos. Maritza preparaba la comida para una familia de nueve.
“En ese momento no supe qué hacer, me sentía perdida entre tanta gritería, entre tantas ofensas. Estaba turbada, ya que no era la primera vez que él me gritaba y me decía hasta ‘puta, mala madre’. Pudiera decirse que en ese momento me cansé de aguantar durante once años todo lo malo que me había pasado con Osvaldo. No vacilé en ofenderle de igual manera: le dije que había sido infiel, que no había valorado mi presencia durante todos los años de casados”, recuerda Maritza.
La respuesta de Osvaldo fue muy violenta: la empezó a golpear con los puños, la empujó y en el piso, comenzó a darle patadas a Maritza.
“Mi impotencia era tanta en ese momento, que me levanté del suelo, cogí el cuchillo y le propicié cuatro puñaladas. Me quedé en shock. No sabía si ayudarle o dejarlo desangrándose en el piso. Nadie de los que vivían en la casa vinieron a mi ayuda cuando él me maltrataba, pero en cuanto pasó eso, enseguida lo vinieron a ayudar a él”, cuenta.
Osvaldo fue llevado al hospital, en donde lo operaron. Le sacaron el recto y estuvo varias semanas en el hospital, pero logró recuperarse. La familia de Osvaldo denunció a Maritza, y poco tiempo después la apresaron. Tras un juicio fue declarada culpable y sentenciada a 6 años de prisión. La violencia que Osvaldo había ejercido sobre ella durante su matrimonio no fue tomada en cuenta en el proceso.
“Fue como si todos los hechos apuntaran a que yo era la culpable de haberle dado puñaladas a él. Y sé muy bien que fui la culpable por lo que hice, sé que no tenía que haber llegado a ese punto, pero cuando estas sometida a tantos maltratos durante tantos años, llega un momento en que te cansas y haces lo primero que te pase por la cabeza”, reflexiona Maritza.
“Yo no estaba dispuesta a seguir aguantando los abusos de mi marido”, agrega.
En prisión, Maritza conoció a muchas mujeres que habían pasado por experiencias similares a la suya. Se reunía con ellas a escondidas y hablaban sobre sus vidas, sobre los maltratos que recibían de sus parejas.
Después de cuatro años de prisión, fue puesta en libertad por buena conducta. Durante ese tiempo, los hijos de Maritza vivieron con su abuela materna, pues Osvaldo nunca pidió la custodia de los niños.
“En verdad lo que hicieron conmigo fue una injusticia. El tribunal nunca tuvo en cuenta que yo fui una mujer maltratada verbalmente, golpeada, violada, por el simple hecho de que nunca hice ninguna denuncia frente a las autoridades”, asegura Maritza.
Cada vez que pensaba denunciar a Osvaldo, Maritza reflexionaba que las autoridades no serían diligentes en atenderle. “Como casi siempre pasa en Cuba, si vas a la Policía a denunciar un abuso te dicen: entre marido y mujer nadie se puede meter”.
Maritza ahora lo tiene claro: “vivimos en un país gobernado por hombres, administrado por hombres. Los principales cargos de gobierno lo tienen hombres y a las mujeres nos tienen denigradas”.
Urge una ley
Actualmente, en Cuba no existe una Ley contra la Violencia de Género. Pero un grupo de mujeres activistas creó recientemente una propuesta de ley que fue enviada a la Asamblea Nacional del Poder Popular (ANPP) en noviembre del año pasado.
El 10 de enero, las activistas se reunieron con miembros de la ANPP, para plantearles la situación de desigualdad de las mujeres cubanas y la necesidad de aprobar la ley. La propuesta de ley sugiere que se tipifiquen nuevos delitos y se sancionen como tales, para garantizar el acceso a la justicia, pero sobre todo que se cree un sistema integral de prevención de violencia y atención a víctimas, además que se eduque a la ciudadanía en temas de género.
En la reunión se propuso también un calendario para discutir y consultar la ley, aunque en el cronograma legislativo 2020-2028 no hay en agenda ninguna ley sobre los derechos de las mujeres.
Llamados internacionales
El Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer (CEDAW, por sus siglas en inglés) en las Observaciones finales sobre los informes periódicos séptimo y octavo combinados de Cuba, llamó al Estado cubano que prestara atención prioritaria a combatir la violencia contra las mujeres y las niñas y a que adoptara medidas amplias para hacer frente a este tipo de violencia.
Además, instó a preparar un plan de acción estratégico nacional para la prevención de todas las formas de violencia contra la mujer, la protección de las víctimas y el castigo de los autores y velando por su plena aplicación, debido a que en Cuba ese plan de acción, al día de hoy, no existe.
Otra de las preocupaciones de la CEDAW es la vulnerabilidad existente frente a la sociedad de las mujeres afrodescendientes, campesinas, de la tercera edad y mujeres con discapacidad. Por ello, el Comité exhortó al gobierno cubano a adoptar todas las medidas necesarias, incluidas las medidas especiales de carácter temporal, para mejorar la situación de los grupos desfavorecidos de mujeres, eliminando así su vulnerabilidad a la explotación y mejorando su acceso a los servicios de atención sanitaria, las prestaciones sociales y la participación en la vida política y pública, independientemente de su condición
Si bien en la isla existe una organización gubernamental para apoyar a las mujeres, la Federación de Mujeres Cubanas (FMC), misma que cada año realiza un plan de acciones para defender los derechos de las féminas, lo cierto es que la mayoría de estas acciones no se llevan a cabo como deberían o no cumplen con sus objetivos principales, ya que solo responden a los intereses de un gobierno que vela solo por los de las altas esferas, suponiendo en las mujeres desinformación y falta de esperanzas.