Menstruación y derechos humanos, un debate necesario para avanzar hacia la plena garantía de derechos humanos en la región
Washington D.C., 28 de mayo de 2021.– Con el objetivo de visibilizar y ampliar el entendimiento sobre la menstruación y su relación con los derechos humanos, el Instituto sobre Raza, Igualdad y Derechos Humanos (Raza e Igualdad) realizó un conversatorio virtual con la participación de activistas de América Latina y expertas internacionales que compartieron conocimientos y experiencias en torno a esta temática. Ello, en ocasión del Día de la Higiene Menstrual, que se celebra cada 28 de mayo, y del lanzamiento del informe “Menstruación y Derechos Humanos en Cuba”, elaborado por la organización cubana Plataforma Femenina.
A partir del informe “Menstruación y Derechos Humanos en Cuba”, que devela los obstáculos que enfrentan las mujeres, adolescentes, niñas y personas menstruantes en la Isla para acceder a productos de higiene menstrual y realiza recomendaciones al Estado y a la comunidad internacional para garantizar una menstruación digna, este espacio propició un debate sobre cómo la atención y la comprensión del periodo menstrual es necesaria para que las personas que lo viven gocen de todos sus derechos, especialmente los derechos económicos, sociales, culturales y ambientales (DESCA).
Al brindar las palabras de bienvenida al evento, la Directora de Programas de Raza e Igualdad, Christina Fetterhoff, aclaró que se decidió usar el término higiene menstrual en este espacio porque es el que usan varias agencias de las Naciones Unidas como la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos, ONU Mujeres, UNICEF y el Fondo de Población. Sin embargo, invitó a las, los y les panelistas a usar el término que consideraran más adecuado y les diera mayor comodidad al momento de intervenir.
Situación en Cuba
Eroises González, coordinadora nacional de la Plataforma Femenina, señaló que la situación de las personas menstruantes en Cuba es preocupante, debido, principalmente, a la disposición estatal de vender solamente un paquete de 10 almohadillas sanitarias por mujer al mes, las cuales, además, son de mala calidad y por tanto resultan insuficientes para cubrir su periodo menstrual.
La activista expuso que esta situación se agrava en al caso de aquellas mujeres que tienen discapacidad o se encuentran bajo régimen penitenciario, pues ellas dependen de lo que sus familiares, batallando con la escasez económica existente en el país, puedan encontrar para llevarles. González describió como un “calvario” la situación que enfrentan estas mujeres al no tener acceso a las almohadillas sanitarias ni a productos de aseo.
En el informe se reconoce que el embargo o bloqueo de los Estados Unidas a Cuba afecta la libre circulación de productos, incluidos los de higiene menstrual. No obstante, al mismo tiempo refiere que el Comité de las Naciones Unidas sobre Derechos Económicos, Sociales y Culturales ha afirmado que: “la imposición de sanciones no anula ni atenúa en modo alguno las obligaciones pertinentes de un Estado Parte. Como en otras situaciones comparables, esas obligaciones adquieren una importancia práctica mayor en tiempos particularmente difíciles”.
Entre las ocho recomendaciones realizadas al Estado cubano para garantizar una menstruación digna, la Plataforma Femenina incluye la creación de una ley o leyes para el acceso igualitario y gratuito a productos de aseo y de gestión menstrual, y vincular su compromiso de la Agenda 2030 con la problemática de la higiene menstrual, principalmente con los objetivos de salud y bienestar, educación de calidad, igualdad de género, y agua limpia y saneamiento.
Un asunto de igualdad
La comisionada Margarette May Macaulay, Relatora sobre los Derechos de las Mujeres y Relatora sobre los Derechos de las Personas Afrodescendientes y contra la Discriminación Racial, de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), destacó en su ponencia que la higiene menstrual es un asunto de equidad de género y que factores como los estereotipos de roles de género, la pobreza extrema y los contextos de emergencia convierten a la menstruación en un determinante de estigma contra las personas menstruantes, y contra su derecho a la igualdad y no discriminación.
“Estudios han demostrado que cuando las niñas no pueden manejar adecuadamente su periodo menstrual en las escuelas, el desempeño y asistencia escolar se ven afectados, lo cual a su vez afecta su participación en la sociedad y genera inequidad”, dijo Macaulay, quien indicó que la Organización Mundial de la Salud (OMS) y UNICEF definen el adecuado manejo de la higiene menstrual como aquel que permite usar productos limpios de higiene menstrual que pueden ser cambiados en privado durante el periodo menstrual usando jabón y agua para limpiar el cuerpo, así como tener las facilidades para desechar el material usado.
La comisionada también se refirió a la obligación que tienen los Estados para garantizar acceso a agua limpia, productos de higiene menstrual y espacios seguros para el cuido durante el periodo menstrual.
Abordaje inclusivo y comprensivo
Santiago Balvin, activista transmasculino e integrante de la colectiva Rosa Rabiosa, de Perú, participó en el evento para contribuir al abordaje de la menstruación desde la perspectiva de las personas transmasculinas y no binares asignades mujeres al nacer. En ese sentido, comenzó afirmando que para este grupo poblacional “no existen los derechos sexuales y reproductivos” porque se abordan solamente con una mirada cisgénero.
“No todas las personas que menstrúan son mujeres y, por ende, es necesario entender que para las personas trans no binaries menstruar significa no solamente una incomodidad con el cuerpo, sino una no reafirmación de su identidad”, compartió Balvin. También expuso que el simple hecho de comprar una toalla sanitaria, para una persona transmasculina puede provocar una serie de vulneraciones en su estado sicológico y emocional, ya que no son tratadas en correspondencia con su identidad de género.
La terapeuta menstrual Andrea Marín, de Colombia, también compartió conocimientos y experiencias para contribuir a un abordaje comprensivo de la menstruación. “Estos espacios se hacen necesarios ya que se configuran como encuentros en los que podemos nombrar, reflexionar, cuestionar y crear alternativas encaminadas al buen vivir, con la confianza plena que podemos vivir de una manera distinta las relaciones con nuestro cuerpo, con nuestro ciclo menstrual y con nuestro entorno”, expresó.
Marín afirmó que un primer paso es nombrar el ciclo menstrual, ampliar los conocimientos al respecto y compartirlos tanto en espacios privados como en espacios públicos “para que exista, para que tenga un lugar, para que se explore, para que se visibilice y se generen garantías a través de las políticas públicas”. La experta resumió su intervención apuntando que la menstruación debe ser consciente, segura y libre, en términos de acceso a información, a productos para gestionar el periodo menstrual y de libertad para decidir cómo vivirlo, respectivamente.
En tanto, Anahí Rodríguez, fundadora de la iniciativa MenstruaciónDignaMéxico, señaló que es increíble que un proceso fisiológico por el que atraviesan las personas menstruantes durante aproximadamente cuatro décadas, no sea mencionado en políticas públicas, por lo que aseguró que la menstruación para muchas personas representa un obstáculo al ejercicio de derechos humanos tan básicos como la salud, la educación y la no discriminación.
“Se debe hablar fuerte y claro y enfrentar estos desafíos y dificultades que enfrentamos las mujeres y otras personas menstruantes durante nuestro periodo, debe ser imperativo que los Estados garanticen a cada persona la posibilidad de vivir una menstruación de forma higiénica, íntima, cómoda, segura, saludable y digna”, afirmó Rodríguez, quien indicó que en México, 4 de cada 10 mujeres viven en situación de pobreza, el 36% de la población mexicana no tiene suministro de agua diario y el 10% no cuenta con un sanitario propio.
Raza e Igualdad reconoce que los obstáculos que enfrentan muchas mujeres, adolescentes, niñas y personas menstruantes a lo largo de América Latina y el Caribe para gestionar su periodo menstrual de forma digna, constituyen a su vez un enorme reto para la plena garantía y ejercicio de sus derechos humanos. Por tal razón, se une a las demandas y recomendaciones de la sociedad civil relacionadas a la creación de leyes, políticas públicas y acceso a productos y servicios de higiene menstrual, y llama a la comunidad internacional a realizar un monitoreo sobre la situación en cada uno de los países, así como a extender recomendaciones a los Estados.